Yo era tierra fértil y veía crecer, con paciencia y asombro,
flores y frutales;
en mis bosques nacían cervatos
y todo esto era tuyo. Un poco de todo esto también era tuyo.
Pero peor que el hambre es el miedo a la hambruna.
¿Por qué arrebataste con violencia
lo que yo ya te entregaba?
Cortaste los árboles, levantaste con hierros mi vientre y plantaste más semillas de las que yo podía nutrir;
mataste a los venados y trajiste a tu insaciable rebaño;
clavaste vallas y dijiste: eres mía.
Y así empezó todo.
Y así acabará.
Porque peor que el hambre es el miedo a la hambruna.
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